Las donaciones de libros realizadas al Museo de las Escuelas no sólo permitieron salvaguardar un patrimonio cercano a los 500 volúmenes sino que realizaron aportes a las reflexiones teóricas acerca de los orígenes de la escena de lectura escolar.
En el recorrido que les ofrecemos intentamos desnaturalizar los rituales escolares de lectura que se apoyaron en el soporte del libro escolar "moderno".
La escena de lectura prescribía tomar el libro en el medio abajo con la mano izquierda mientras la mano derecha se colocaba en la punta derecha superior preparada para voltear la hoja. Al llegar al punto aparte se debía pausar y levantar la vista mirando al auditorio lo que implicaba romper la secuencia visual-escriturada introduciendo el silencio como poderoso recurso específico de la secuencia auditiva-oral de la narración.
El logro mayor de la elocuencia se premiaba si el lector adelantaba la lectura visual del párrafo antes del punto para mirar al auditorio "oralizando" el cierre expresivamente "como si no estuviera leyendo" . Y mantener el volumen de la voz hasta pronunciar la última sílaba de modo que fuera audible para el último alumno de la clase o del discurso en el "acto escolar" de efemérides . Se interrumpía la lectura en las comas, un alumno contaba "uno" , al llegar a la coma, "dos" en el punto y coma, "tres" en el punto, a la manera del bastonero y se levantaba la vista del texto. |